Argentina
Hay
fortalezas en el país para salir de tantas encrucijadas y las falsas
polarizaciones de una feroz lucha interburguesa. Vale reiterar que no es
posible oponerse a este gobierno desde la farsa del “progresismo”, la
especulación electoralista, o el sectarismo de izquierdas. Fuera de cualquier
consideración está la derecha orgánica a la que muchos se suman en el escenario
de búsqueda de cargos o fulgor mediático.
El eje real de confrontación es
el capital y el imperialismo. El eje de encuentro la Revolución en Nuestra
América y el Alba. Activistas, cuadros, organizaciones y movimientos se han
pronunciado en esa dirección, en Plenarios, encuentros, Congresos, reuniones.
Muchos/as desgajados de experiencias recientes fallidas y también del gobierno.
El posicionamiento reaccionario del dirigente del partido Socialista y el FAP,
Hermes Binner contra Venezuela y los acuerdos de Fernando Solanas con Elisa
Carrió, actuaron como un nuevo detonante de disgregación. La fragmentación
continúa como signo de esta etapa.
Inmensa es la militancia dispersa
y sectores del pueblo (obreros, trabajadores de la ciudad y el campo, mujeres,
juventudes, intelectuales, profesionales, entre tantos), que, de manera grupal
o individua, han mantenido ideales y conductas. No se han apartado de los
objetivos de la Patria Grande.
Estas son definiciones centrales en momentos de contraofensiva imperialista
para liquidar la convergencia latinoamericana y caribeña. La embestida contra la Revolución Bolivariana
y Nicolás Maduro, la recepción del gobierno colombiano al criminal fascista
Capriles Radonsky, la Alianza
del Pacífico (contra El Alba), la solicitud del presidente Juan Manuel Santos
de ingresar al aparato ofensivo militar de Estados Unidos, la Otan, son señales más que
elocuentes. La línea es aplastar el
movimiento revolucionario. Venezuela y el Alba responden.
Argentina es clave en este escenario. Se abre una nueva
oportunidad para unificar social y políticamente a las grandes mayorías hacia
nuestra plena emancipación.
